El principio de individualidad
Los planes de entrenamiento deben estar dirigidos individualmente para
cada participante, ya que cada individuo es diferente a los demás. Este
principio establece que los objetivos y tareas de la preparación del
deportista, es decir, los ejercicios físicos, su forma, carácter, intensidad y
duración, los métodos de realización y otros aspectos de la preparación deben
seleccionarse de acuerdo al género, edad, nivel de posibilidades funcionales,
estado de salud, preparación deportiva del participante teniendo en cuenta, por
supuesto, las particularidades de carácter, cualidades síquicas, etc. (Matvéev,
1983).
El principio de continuidad.
Este
principio establece que los programas de entrenamiento deben cumplirse a
cabalidad, para obtener los resultados esperados. De acuerdo a las cualidades o
capacidades que se desean mejorar o desarrollar, existen ciertos parámetros
establecidos sobre la frecuencia, intensidad y duración de los entrenamientos.
Los resultados que un programa de entrenamiento pueda producir y el rendimiento
físico deportivo que se pueda obtener, estarán sujetos a la regularidad o
continuidad de los entrenamientos.
El principio de la sobrecarga
progresiva.
Este principio establece que las cargas de trabajo deben ajustarse
paralelamente con el desarrollo de las capacidades físicas. Esto significa que
a medida que el individuo mejora su capacidad de trabajo, debe irse aumentando
su carga de trabajo. Si se mantienen las cargas de trabajo fijas, el
mejoramiento de la capacidad física será muy limitado al principio y luego no
se observarán más cambios, por lo tanto no se manifestarán las modificaciones
deseadas en las condiciones físicas de los atletas.
El principio de multilateralidad.
Este principio establece que el desarrollo del organismo debe
realizarse de una manera armónica global, es decir, todas las cualidades y
capacidades orgánicas del mismo deben desarrollarse al mismo tiempo con el fin
de obtener un mejor perfeccionamiento de las requeridas en la especialidad. Un
atleta no debe dedicarse exclusivamente a mejorar las cualidades requeridas en
su especialidad, sino que tiene que tratar de mejorar su condición física
general. A medida que mejora su condición física general, mejorará a un nivel
superior sus condiciones específicas.
El principio de especialización.
La especialización deportiva es, sin lugar a dudas, una condición
indispensable para lograr éxitos deportivos. Por medio de ejercicios
específicamente orientados, se pueden producir modificaciones específicas en
los órganos y sistemas del organismo del atleta, relacionadas con las
exigencias del deporte que se practica.
El principio de lo evidente
Este principio establece que parte del entrenamiento debe dirigirse
sobre imágenes concretas y no sobre representaciones y palabras abstractas. Lo
evidente crea una correcta representación del material de enseñanza sobre la
base de imágenes concretas, ayuda en el aprendizaje y dominio de técnicas y
tácticas deportivas (Ozolin, 1983). Los medios más utilizados en la aplicación de este principio
son: películas, videograbaciones, cintas, gráficos, etc.
El principio de lo consciente
contempla una preparación y conducción del entrenamiento y una
actividad tal entre el entrenador y sus alumnos que posibiliten a cada
deportista saber por que y para que actúan. Es importante que el atleta tenga
conocimiento y comprenda los fines, las tareas, medios y métodos de
entrenamiento, para garantizar una mejor efectividad del entrenamiento. El
deportista debe conocer el resultado de su actividad y la valía de los
ejercicios realizados, para facilitar mas tarde el análisis y corrección de los
movimientos realizados, lo cual permitirá repetir los movimientos con mayor
posibilidades de éxito.
El principio de la
sobrecompensación
Este principio nos dice que cuando el organismo se somete a ejercicios
continuos y repetitivos que requieren de consumo energético, durante el período
de recuperación, éste recupera la energía «gastada» y que con el tiempo,
durante este período se produce un aumento de las reservas energéticas, de
manera que para el ejercicio siguiente se cuenta con más combustible y se
podrá, por lo tanto, aumentar el volumen y la intensidad del ejercicio.
El
entrenamiento físico adecuado produce un incremento de las reservas funcionales
en el organismo, de manera que éste pueda enfrentarse satisfactoriamente a
esfuerzos posteriores.
El
ciclo de sobrecompensación. Después de la aplicación del estimulo en el
entrenamiento, el organismo sufre fatiga (fase I). Durante el periodo de
recuperación o reposo (fase II) las reservas o depósitos bioquímicos no
solamente se restablecen sino que exceden los niveles iniciales. El organismo
se compensa totalmente, seguido de una fase de rebote o sobrecompensación (fase
III),
cuando
ocurre una mayor adaptación debido a un aumento de la eficiencia atlética
funcional. Sí no se aplica otro estímulo en un tiempo óptimo (durante la fase
de sobrecompensación) se produce una involución (fase IV).
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